La escalera de madera
con baranda de bronce opacado,
te llevaba al piso de arriba,
al de alfombra marrón,
al de la tele,
en el que estaba además el cuarto de los abuelos,
el piso que establecía la jerarquía entre los nietos.
Ahí dormían los más grandes,
o los que empezaban a ser grandes,
veían televisión hasta la madrugada,
esperaban que se duerman los otros,
los de menos aguante nocturno.
Los que empezaban a ser grandes
aprovechaban para ver programas con escenas eróticas inverosímiles,
verosímiles para el momento,
escenografías futuristas,
movimientos robóticos.
La protagonista viajaba en el tiempo
para descubrir todo sobre el placer sexual,
Emanuelle, siempre en MUTE.
No importaba lo que ella decía,
importaba que nadie escuche,
lo que hacía.
El piso de la alfombra marrón
era un buen piso,
sin duda.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
Qué bueno dejar de ser tímido. Digo, la timidez es medio una cagada en algunos casos. No sé cómo la tomarás vos, de todos modos.
oh, emanuelle, mi amor adolescente.
con ella no perdí la timidez, pero casi.
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