(autor de la tragedia, nombre desconocido)
ACTO PRIMERO
Escena Primera
NYLON, RUPERTO
NYLON.- La decisión está tomada: me marcho, querido Ruperto. Dejo mi residencia en el amable Hoyo. Empiezo a ruborizarme de mi ociosidad. Después de dos meses entre ríos y montañas, me agito en dudas mortales. No solo ignoro el destino de mi tan amada cabeza, sino que hasta ignoro los lugares que puedan ocultarla.
RUPERTO.- ¿En qué lugares la vas a buscar, Don? Por tranquilizar tu legítimo temor, he recorrido el valle de la Comarca. He preguntado por tu cabeza en los pueblos que la definen, desde donde se ve el Pirque perderse hacía el Epuyén, he visitado Puelo y, abandonando El Bolsón he pasado hasta el cerro que vio caer a Miranda. ¿Cuál es vuestra nueva esperanza? ¿En qué dichosos lugares esperáis hallar las huellas de tu seso? ¿Quién sabe si vuestra cabeza quiere que se respete el misterio de su ausencia? Y que cuando vos y yo temblamos por su vida, tranquila en algún remoto lugar, tu cabeza no aguarda más que a una frívola amante...
NYLON.- No sigas, querido Ruperto. Hubo un momento en que podía conducir las intenciones de mi cabeza. Reconozco tanto su valor como sus errores juveniles, y bien te digo que no puede ser retenida por tan indigno obstáculo. En fin, buscándole cumpliré con mi deber y huiré de estos lugares que tanto empiezan a inutilizarme.
RUPERTO.- ¿Eh? ¿Desde cuándo, Don, teméis la apacible presencia de estos lugares tan gratos a vuestra infancia y de los cuales os he visto preferir el reposo al pomoposo tumulto de Capital? ¿Qué nostalgia, o acaso qué peligro os acecha?
NYLON.- Ya pasaron aquellos hermosos tiempos. Todo ha cambiado de aspecto, creemelo, sé que algo raro me estremece los huesos, los vientos húmedos de Chile claramente lo predicen.
RUPERTO.- De tus labios no veo salir más que huevadas, Don. Claramente he observado cómo tu estado últimamente ha caído en vana desesperación. Observo a los bueyes inquietarse ante tu presencia como si fueras vos la persona, oh mi querido patrón, que desposeyó de sus vigorosos cuerpos el testículo derecho.
NYLON.- ¿Vos decís, mi más estimado amigo que los bueyes se inquietan? ¿No te parece que debería marcharme? ¿Emprender lo que el corazón, único organo que últimamente me corresponde, me indica? ¡Ay de mí, Ruperto! ¿Qué desgracia puede ser igual a la mía? En vano permanezco día y noche aguardando a mí cabeza.
RUPERTO.- Veo que tus ojos, atravezados por oscuras tinieblas, no ven más allá que la punta de tu nariz. Pero te digo, Don, has caído en medio del laberinto de la confusión. Cualquiera te diría que deberías tomarte un té de tilo, o tal vez, dejar de fumar. Pero sé que eso no aplacaría los dolores que tanto os perturban. Deberías empezar yoga.
NYLON.-¿Dónde estoy?¿Qué es lo que he hecho? ¿Qué puedo hacer aún? ¿Qué impulso me domina? ¿Qué pesar me devora? Errante y sin rumbo, me paseo por esta casa y ahora ésto ¡Oh, mi querido Ruperto! Mi corazón no disimula ante tí. Siempre en mis desgracias, tu lealtad se ha mostrado constantemente ante mis ojos; pero creía que me conocías mejor ¿Cómo pudiste pensar que yoga me ayudaría, cómo confundiste tanto tu inteligencia al decir que podría despertar del dolor de tantos muertos, por yoga? Ruperto, el cuidado de mi tranquilidad llevaría a turbar la suya. Pero respetandolo, le vuelvo a preguntar: ¿Sostienes que sería yoga, el método que aplacaría mis pesadas angustias? Un sordo rumor afirma que yoga apesta.
RUPERTO.- No importa. Escuchémoslo todo y no descuidemos nada. Escuchemos tales rumores, remontémonos hasta su fuente. Si merecen crédito, le dejo tranquilo en esos frondosos lugares en donde últimamente has decidido permanecer, tal vez, hasta perecer.
NYLON.- Uh, bueno, hagamos el intento. ¿Pero asegurarías lo que acabas de decirme, oh mi querido Ruperto? El temor, ahora ante una posible solución, se hace aún más fuerte ¿Dices que le debería ver, Ruperto, con ojos confiados cuando de sus gruesos labios se pronuncia el nombre de esa extraña disciplina?
RUPERTO.- Ponele.
NYLON.- Escucho en tu respuesta un pequeño indicio de duda ¡El dolor que se calla es el más funesto! ¡Un carajo empiezo yoga! He hablado.
RUPERTO.- Concibo vuestro dolor; pero se me ocurría que podría estar bueno. Yo voy los martes.
NYLON.- ¡Ay! ¡Todo me abandona! ¿Cómo es que has empezado yoga?
RUPERTO.- Me lo recomendó Enrique, hijo de Ambrosio, aquellos que habitan en el Pedregoso. Pero ya veo que lo que quiere es lamentarse siempre y no mercer nada. Marchad. Id a otra parte a jactaros de vuestra estupidez. Mi ánimo está confuso de mis cobardes complacencias. Es demasiado recibir en un día tus estupideces...
NYLON.- Calla tu boca, oh Ruperto. No tienes autoridad alguna para tanto enojo con el señor que tanto cuidó de tí cuando pequeño. No sigas.
RUPERTO.- Don, veo que ya es tiempo de callarme. Que mi libertad empieza a disgustaros. Ahí se acerca su sobrino. Le cedo el sitio. Le dejo escuchar cómo usted lamenta su desgracia. Me retiro Don.
NYLON.- Vaya pués. Piérdase en el bosque.
Escena II
NYLON, ERNESTO
NYLON, ERNESTO
NYLON.- Oh pequeño sobrino ¡Cuánto anhelo tu edad! Todavía eres dueño de tal inocencia, te paseas y recojes piedras del piso sin darle lugar a las angustias. Desconoces las curiosas decisiones de la conciencia. Desearía que permanezcas así. Nunca es grato sentir a alguien tan cercano sufrir ¡Oh, cuánta desgracia me provoca el tener que verte crecer!
ERNESTO.- ...
NYLON.- Todavía ni de tu boca se animan a salir las palabras.
ERNESTO.-...
NYLON.- ¡Diantres! Dí algo.
ERNESTO.- ...
NYLON.- ¿Debería probar con lo que mi fiel compañero Ruperto, insiste? ¿Con yoga?
ERNESTO.- ...
NYLON.- ¿Eh?
ERNESTO.- ...
NYLON.- Uh, bueno, mañana hago el intento.
13 comentarios:
para tu indigestión:
moderá el consumo de seso y lengua
incorporá el huevo a tu dieta, en cantidades al menos dignas
y para la cena, siempre, un corazoncito de alcaucil, o dos
balín, como todos los griegos.
Desde Guanajuato, que en yanqui podría ser "wanna a hot dog", tu hermanito mayor te manda un beso.
Y nos vemos pronto.
Vi a House conduciendo Saturday Night Live. Ya que lo amás tendrías que saberlo.
A nylon lo esperamos con brazos abiertos y con el folletín de la clase de yoga del gimnasio del barrio.
Cormillot tiene razón.
Mucha.
Que te vaya bien.
Cormillot, anónimo, den la cara tigresitas despechadas.
No damos la cara porque con lo dura que es la de nylon alcanza y sobra.
no, te confundis, nylon tiene cara ruidosa, blanca, con tipografía roja supermercadista, se arruga fácil y si la acercas al fuego se derrite.
"V de v" es incluso más choto que "V de algo". Exijo no pertenecer más a ese costadito si se me resta genialidad al tergiversar mi título ULTRA capo.
Tipografía supermercadista, en la cara, que además es ruidosa.
Estas peleítas parecen sacadas de los borradores de un Dalí aburrido. Berreta.
e marq
solo eso
como te trato guillermo la otra vez?
me gusta pensar que guillermo es un masajista...y carga su mesa con forma de valija
Aguante boca. Vamos a boicotearte esto hasta que actualices, gil de goma.
Cabeza Nylon!, bueno...no estoy seguro de saber quien sos...pero me dejaste un comentario en mi blog y comenzaste diciendo "seba...", asi que vos me conoces. ja!. Entré al link que me dejaste, muy bueno!
Nos olemos luego.
Tú tururú, tú rurú, rurú, rurú.
(o "Pobre infeliz, se olvidó de respirar". Aunque acá podemos reemplazar "respirar" por "actualizar" y vamos por buen camino).
Que en paz descanses, nylon.
Publicar un comentario